Día de Muertos llega a su final este 2 de noviembre y es momento de retirar las ofrendas que se instalaron para las almas de los difuntos, guardar los adornos, pero sabes ¿cuándo y a qué hora se debe de quitar el altar, además, de lo que es lo que se tiene que hacer con la comida?
Calaveritas de azúcar, papel picado, flores de cempasúchil, comida, agua, licor, cigarros y veladoras son algunos de los elementos que conforman las ofrendas para los difuntos, las cuales dan la bienvenida a los difuntos que llegan del mundo de los muertos desde el 27 de octubre y hasta el 2 de noviembre, según la creencia popular.
¿Qué día y a qué hora se quita la ofrenda del Día de Muertos?
La tradición indica que la ofrenda del Día de Muertos se quita el 3 de noviembre, pero no a cualquier hora sino debe hacerse después de las 15 horas, ya que en ese momento las almas de los difuntos dejan el mundo terrenal para regresa al mas allá en la espera de volver el próximo año a visitarnos.
Algunos consejos para retirar la ofrenda es primero quitar las veladoras que aún están encendidas para evitar accidentes y colocarlas en un lugar seguro. También, intenta guardar adornos que aún sirvan para el próximo año y de esta manera gastar menos y generar menos basura.
¿Qué se hace con la comida de la ofrenda del Día de Muertos?
La comida de la ofrenda se recomienda comérsela siempre y cuando no haya estado expuesta a polvo o tierra, en ese caso se tendría que desechar. Generalmente, las calaveritas de azúcar o chocolate se le dan a los más pequeños, mientras que la fruta se puede comer después de lavarla.
En cuanto al pan de muerto, este también se puede comer, pero si ya está muy duro puedes rallarlo para darlo a las aves; los cigarros y licores también puede consumirse; y en el caso del agua es mejor echarla a las plantas para que no se desperdicie.
¿Por qué la comida de la ofrenda pierde su sabor?
Sin embargo, si a la hora de probar la comida del altar de Día de Muertos notas que está ha perdido su sabor este fenómeno tiene dos explicaciones: el primero es la creencia popular que dice que las almas de los difuntos absorben su esencia y por eso pierden el sabor, algo que curiosamente pasa hasta con frutas y alimentos cerrados.
Sin embargo, también está la explicación científica que señala que los alimentos pierden su sabor debido a la oxidación que el oxigeno provoca sobre ellos, por la generación de bacterias a la que se exponen por estar al aire libre y por la pérdida de humedad por evaporación o por microorganismos que sufre la comida.
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