Los rayos moribundos del sol cayeron sobre el Auditorio Guelaguetza, mientras la Diosa Centéotl (del maíz), Patricia Casiano Zaragoza se despedía de los “Lunes del Cerro” con un poderoso mensaje en favor de las mujeres y de los pueblos originarios y afrodescendientes de Oaxaca.
“Hoy, represento a la mujer indígena y afromexicana, para que sea escuchada, sea atendida. ¡No más silencio!, la mujer es la protagonista de la cultura pero también es la protagonista de su propia historia”, acentuó la originaria de la Sierra de Ricardo Flores Magón (Sierra Mazateca), quien pidió no avergonzarse de ser oaxaqueño o oaxaqueña, de la tierra donde “Dios Nunca Muere”.
Con los fuegos pirotécnicos, Oaxaca y sus invitados despidieron la Guelaguetza 2025, no sin antes invitar a locales y extranjeros a regresar el próximo año.
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Fiesta desde la Cuenca del Papaloapan a la Mixteca
Antes los 16 pueblos originarios y afromexicanos presentaron su mosaico de tradición y cultura, el “telón” cayó con la Chirimía que anunciaba: fiesta, para después viajar hasta la Cuenca del Papaloapan a través de Loma Bonita que con su jarana y piña dejó en claro la belleza de esta región.
La música transportó a propios y extraños a la región de la Mixteca a Chalcatongo de Hidalgo con el baile de los chilolos quienes danzaron a ritmo de violín y tambor. El Fandango de Cajón de San Andrés Huaxpaltepec, llegó desde la Costa de la entidad.
La habilidad de la mujer de Santo Tomás Ocotopec hizo vibrar al Auditorio Guelaguetza, toda vez que con solo escuchar el sonido del violín pudo localizar una aguja que fue incrustada en la prenda de una de las asistentes a la fiesta máxima de las y los oaxaqueños. Entre chilena y zapateado hizo su arribo Villa Sola de Vega.
Mientras el sol se ocultaba entre las montañas cercanas al Cerro del Fortín, los diablos de San Sebastián Tecomaxtlahuaca danzaban en la rotonda de las azucenas. Entre el sonido de saxofón y trajes de terciopelo bordados de flores multicolores mujeres y hombres de Juchitán representaban las fiestas previas a las velas.
De danza costeña y tradición de arena y mar las mujeres y hombres de Santa María Huatulco hicieron su arribo para danzar. San Pablo Villa de Mitla bailó al ritmo del Jarabe del Valle. Después en medio de notas de violines nuevamente se presentó la Cuenca del Papaloapan con San Pedro Ixcatlán.
Entre diablos rojos y carnaval tacuate llegó Santa María Zacatepec. La danza de la conquista a través de Cuilápam de Guerrero, fueron ovacionados por el público; los hombres mostraban su agilidad para cargar los penachos emplumados mientras el viento era noble.
Con nostalgia y alegría, los sombreros de más de 12 mil almas ondearon al ritmo de la Canción Mixteca. "¡Oh, tierra del sol, suspiro por verte! Ahora que lejos yo vivo sin luz, sin amor; Y al verme tan solo y triste cual hoja al viento, Quisiera llorar, quisiera morir de sentimiento", cantó en un unísono el Guelaguetza.
La Sandunga se combinó con la canción Mixteca
En el palco principal, el gobernador Salomón Jara y sus invitados aplaudían con emoción y alegría por la presentación de las 16 comunidades indígenas y el pueblo afromexicano.
Abrazadas por faldas y blusas de terciopelo, las mujeres de Santo Domingo Tehuantepec bailaron con altivez y maestría: La Sandunga. El recorrido por las culturas de Oaxaca hizo una parada en Santa Cruz Xoxocotlán, quien es la primera vez que se presenta con su Jarabe Xoxeño.
Entre nostalgia y alegría, los sombreros de los asistentes ondearon al ritmo de la Canción Mixteca. "¡Oh, tierra del sol, suspiro por verte! Ahora que lejos yo vivo sin luz, sin amor; Y al verme tan solo y triste cual hoja al viento, Quisiera llorar, quisiera morir de sentimiento", cantaron en un unísono.
Alegría y ritmo con los diablos de Llano Grande en el Auditorio Guelaguetza
Abrazadas por faldas y blusas de terciopelo, las mujeres de Santo Domingo Tehuantepec bailaron con altivez y maestría: La Sandunga. El recorrido por las culturas de Oaxaca hizo una parada en Santa Cruz Xoxocotlán, quien es la primera vez que se presenta con su Jarabe Xoxeño.
Los diablos de Llano Grande, inundaron la rotonda de las azucenas con su zapateado y al ritmo de flauta y violín despidieron la Guelaguetza 2025, no sin antes danzar a su Dios Ruja.
La friega fue inclemente, pero Flor de Piña se hizo presente; entre huipiles de mágicos coloridos, la mucha de Ixcatlán, la de Valle Nacional y de Tuxtepec bailaron con su piña en el hombro, lo que hizo que el coloso de la Guelaguetza se desgarrara ante tal maestría.
Para cerrar, este viaje a las entrañas de la cultura de Oaxaca, Las Chinas Oaxaqueñas de Casilda Flores cerraron esta máxima fiesta de las y los oaxaqueños.