El crisol de baile, cultura y tradición hizo vibrar desde el primer minuto al Auditorio Guelaguetza. Con un público ávido de conocer el Oaxaca profundo, de pueblos originarios y aquel estado que maravilla con su magia, arrancó la primera edición de “Los Lunes del Cerro”.
Con el templo de Santo Domingo de Guzmán de fondo, el tenor Rodrigo Petate interpretó el himno de los oaxaqueños “Dios Nunca Muere”. Después el humo del copal inundó la rotonda de la azucena, para que las fiestas se realicen en paz y armonía.
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Su voz fue clara e imponente. Patricia Casiano Zaragoza defendió las celebraciones de la Guelaguetza al señalar que se tratan de una ofrenda y no un espectáculo, pero además destacó la importancia de las lenguas maternas y pidió a las generaciones actuales seguir con su conservación. Con ello, la originaria de la Sierra de Ricardo Flores Magón y tierra de María Sabina dio por inauguradas las fiestas de la Guelaguetza.
De colores se llenó la rotonda de las azucenas, con la llegada de las Chinas Oaxaqueñas de Casilda Flores que con su tradicional Jarabe del Valle, juegos pirotécnicos y faroles anunciaron el inicio de las fiestas.
Desde la tierra de Ricardo Flores Magón hizo su arribo Santa María Teopoxco con su Rito del Matrimonio. Con el ruido del ferrocarril llegó también Ciudad Ixtepec con sus Cantos Jeromeños. Altivas e imponentes las istmeñas bailaban también las polcas abrazadas de coloridas flores, mientras los hombres levantaban a una mano sus sombreros rojos de terciopelo.
De nuevo Miahuatlán de Porfirio Díaz volvió a pisar el escenario con sus versos del palomo y el guajolote. Por primera vez Santo Domingo Zanatepec se presentó con la tradicional Boda Zoque en el Auditorio Guelaguetza.
La fiesta multicolor no paró desde las 10:00 de la mañana en el Auditorio Guelaguetza
Collantes habló de sus oscuras raíces, con su pueblo afromexicano. La Danza de los Diablos dedicado a su Dios Ruja es un símbolo de agradecimiento de su libertad. Con respeto y solemnidad arribó Santiago Zacatepec Mixe, los jamás conquistados para rendir tributo a su Rey Condoy con el Palangón Ceremonial y Fandango Mixe.
Con enredo blanco como las nubes y desde la tierra del fandango y chilena, arribaron los hombres y mujeres desde la Villa de Tututepec con su Fandango de Varitas y su Mayordomía. Por primera vez Santa María Atzompa subió a la rotonda de la azucena para presentar el Fandango Atzompeño, Bendición a los Novios en la casa del Padrino de Velación.
Ataviadas de trajes rojos y listones de colores y al ritmo de violín, la nación triqui vibró con la tradicional Boda de San Juan Cópala. Quien despertó sentimientos fue la Canción Mixteca de José López Alavez. Con sombremos a lo alto el Auditorio Guelaguetza entonaba: "¡Oh, tierra del sol, suspiro por verte! Ahora que lejos yo vivo sin luz, sin amor; Y al verme tan solo y triste cual hoja al viento, Quisiera llorar, quisiera morir de sentimiento". La delegación fue una de las más ovacionadas.
La danza de la Conquista desde San Bartolo Coyotepec
Altiva, alegre y jocosa se levanta la Costa. Con sus Sones y Chilenas de la Villa de San Juan Cacahuatepec los hombres y mujeres lanzaron sus versos pegajosos.
De tradiciones prehispánica que da orgullo, San Felipe Usila se hizo presente con el Jarabe Usileño, con su baile y cultura la comunidad de la Cuenca del Papaloapan también hizo alarde del caldo de piedra uno de los platillos tradicionales de esa zona.
El penacho emplumado es garante de la historia de Oaxaca; con Malintizi, Cortés y Moctezuma la danza de la conquista retumbó en el Auditorio Guelaguetza desde San Bartolo Coyotepec. Al ritmo de las sonajas y castañuelas la conquista se hizo presente.
La friega fue inclemente. Medio viaje fue subir y medio viaje fue bajar, así arrancó: Flor de Piña de Tuxtepec. “¡Baila con garbo morena, baila la danza mi niña que las notas ya resuenan: Flor de Piña!”, se escuchó en el Auditorio Guelaguetza.